lunes, 20 de agosto de 2007

Ensenedian way of summer


Las fiestas de la vendimia en Ensenada por fin terminaron. Estas fiestas son la celebración local de la maduración de la uva de la viñas, producto agrícola que emblema a mi pueblo natal. La industria del vino en un principio solía consentir a sus empleados y trabajadores con una celebración previa a la pizca de la uva, se hacia una gran comilona campirana con música y vino, todo gratuito. Ahora que la ciudad atraviesa un fuerte boom enológico y gastronómico, resultado del esfuerzo de varios exponentes y protagonistas de la cultura del nuevo vino mexicano y de la comunidad en si, la celebración ha tomado con los años un auge muy grueso donde los restauranteros y vinícolas, pequeñas y grandes, hacen su agosto, ofrecen servicios y eventos especiales y llenan sus arcas con las que financiar el resto de sus actividades en gran parte del año. Es cada vez mayor la cantidad de visitantes que Ensenada recibe en verano, el clima es sabroso y cálido, y los servicios turisticos (muy al ensenedian way) se esmeran en proporcionar lo mejor en ésta época.



Pero las fiestas acabaron ya. Y ahora viene el hard work por que los viñedos ya están alcanzando la madurez de sus frutos y es tiempo de (valga la redundancia) vendimiarlos, es decir cosecharlos y comenzar la producción del vino de este año. Todos lo que vinieron a divertirse ya están empacando su regreso (enviamos desde este humilde sitio saludos al chef Enrique Olvera, esperando que la resaca maldita de las Santas Pedas Batman! con vino ensenadense le hayan abandonado ya), y los que vinieron a trabajar ya estan sufriendo el dolor de espalda de estar agachados cortandole los racimos de uva a la parras.

El domingo pasado acompañé a una triada de señoras bien locas, entre ellas mi madre, a pizcar los racimos de Sauvignon Blanc del viñedo de Natalia Badán, una productora agrícola local que ya hemos mencionado por aquí. Con esas uvas, menuditas y bien esféricas, de color verde y muy muy dulces, las Tres mujeres harán un vino blanco por segunda vez. El primero les quedó buenísimo, a ver que tal camina el segundo. Menuda chinga la de pizcar a mano los racimos, afortunadamente eran uvas blancas que requieren de una temperatura circundante medianamente fría durante el proceso de pizca y vinificación, por lo tanto nos tocó cortar la furta de las viñas a media noche, sin la tortura voráz del sol de verano.

Cuatro mil parras. Esto es diez zurcos de 40 parras cada uno. Entre cinco personas esa actividad nos tomó 4 horas, y un dolor de espalda el día después... ufff pero lo vale es vino echo en casa, no charge! Luego de cosechar los racimos son llevados a la vinícola a prensar y entubarse para los posterior fermentación. Ahi esta en tanques de acero inoxidable en la nueva Cava Mosaica del Mogorcito, el jugo elixir de Baco...

1 comentario:

New Pop Kitchen Show! dijo...

fe de erratas: por eso abandoné las matemáticas en su momento... diez zurcos de 40 parras son 400 parras en total y no cuatro mil... upps