jueves, 8 de mayo de 2008

trepada en un barco pirata

Se preguntarán, pero bueno y donde ha estado new pop durante todo este tiempo que no ha posteado nada en su blog?

Para aquellos curiosos que se lo cuestionen tengo una respuesta en la forma de un videito yutubiano que me encontrado por ahi:



De regreso a la línea.
Pues si. en vista de que las oportunidades que tenía planeadas en Baja California se me nublaron pues opté por probar suerte en las cocinas del Distrito Federal. Menuda decisión eh!

Me he incorpoarado como soldado raso a la milicia culinaria de la gran ciudad, o mejor dicho como me gusta pensarlo, y robándole la idea al "celebrety chef" Anthony Bourdain, me he incorporado a la tripulación de un barco pirata que navega por los corredores gastronómicos del lado oeste de la ciudad de México.

Llevo un mes y diez días trabajando para un consorcio peruano bajo la batuta de un chef limeño de gran renombre que desde el Perú ha enviando a uno de los mejores tripulantes de su flota, en chico nikei de escasos 25 años, a enseñarle los secretos de las leches de tigre y los ajíes peruanos a la tripulación mexicana que reclutó para su propio navío.

Me ha tomado este tiempo llegar a una que otra conclusión a cerca de cómo y qué hago dentro de este barco con capitán muchas veces ausente (hay que tener precausiones en cubierta que nunca había tenido la atención de llevar en mi haber), lo seguro es que de todos los barcos hay mucho que aprender y en este en el que me encuentro trepada hay lecciones por minuto! Aqui el que no corre, vuela y el que no cae, resbala!


Me siento como el ratoncito del campo que llega a la ciudad, y eso que en la ciudad ya llevo un rato viviendo... pero no trabajando. La verdad es que los ámbitos laborales en los que he andado son muy diferentes a estos en los que ahora navego, y me entra la nostalgia a ratos de hacer las cosas como las he hecho antes. En mi pueblito querido, y en las hermosas cocinas que me han albergado pues no hay mucha gente a quién servirle. Hay tiempo entonces de preparar con mucha dedicación y delicadeza sus alimentos a los comensales. Aca hay raudales de gente que a veces hasta fila hacen para sentarse a comer. Y muchos son gente que han sufrido el robo de su tiempo a manos de los hombres grises que Michael Ende describe en Momo, y traen prisa y poca disposición para sorprenderse.

Librar batallas contra la misoginia que impera en las mentes de muchos de mis compañeros y el estar todo el tiempo en un estado de alerta (aqui en cubierta si no das el trancazo tu, te lo da el de la esquina) es un trabajo extenuante pero el calor de la cocina, su dinámica de barco pirata y de familia disfuncional, y muy sobre todo mi amor por los ingredientes me tienen contentaza aprendiendo cada día cosas nuevas de mi oficio. He aprendido a aceptar que me gusta jugar con cuchillos afilados y con fuego, y que jugar pues, tiene su precio. A veces me duele pagarlo, y no por que me corte y queme (que si me corto y si me quemo, y si me duele, pero...) sino por que el dolor que me da es con el atún y con el callo garra de león que vivieron su vida en el mar para que luego un cocinero les pierda el respeto cuando, ya muertitos, los sostiene en sus manos sin delicadeza alguna, en aras de que los casi 200 comensales que atendemos a diario se pongan contentos de tener su plato en la mesa a tiempo.

Hay muchas maneras de navegar el mar, esta es una de ellas, como también lo son esos otros barcos que he tripulado. Venga pues la experiencia de otros océanos.
Espero tenerlos al tanto de mis aventuras en este alta mar de bucaneros y piratas, que hay mucho que contar, pero poco tiempo para hacerlo.