viernes, 21 de septiembre de 2007

Primer día de otoño.

Se nota en la temperatura, en la luminosidad del día e indudablemente en el landscape. Quizá me clave demasiado en el cambio de temporada (es que ya van tres post al respecto... y seguidos, oh mon dieu) pero luego aqui en este pueblo si uno no les busca ocupación los días pueden simplemente transcurrir uno tras otro without even knowing.

Primero: si, la temperatura cambió. Si algo extraño hemos detectado es que el calor cesó desde hace más de una semana, es decir, el termómetro ya permanece bajo la rayita de los 30º C (y mira que estuvo por encima de ella por más de diez grados...), pero hasta el miércoles sólo hizo fresco, y desde entonces ya hace frío de mañana y de noche.


Segundo: humidity dropped down. El viento cambió de dirección y ahora domina la dirección tierra-mar, lo cual implica que la humedad presente en el aire baja, los cielos se limpian de la brisa baja y en su azul saturadísimo se dibujan cirrus muy altos, nubes como rebaños de borreguitos que se mueven con velocidad. Lo más drástico y hermoso del lanscape es el detalle con que se muestran la Punta Banda y las dos islas de Todos Santos, frente la bahía, como ya no hay humedad entre ellas y la orilla del mar desde donde yo las veo, su fisionomía es evidente: las caras de sus cerros, los riscos y rocas que se les desmoronan en el Pacífico, la verde planicie que sostiene al faro, y el estrecho que separa a las dos islas y que desaparece a veces dando la ilusión de que las dos son una.


Tercero: la luna y su noche. Las lunas de otoño son únicas, cualquiera aficionado a su observación sabe que en otoño la luna es caprichosa. La inclinación de la tierra, la posición del planeta conrespecto al sol, el cacho de atmósfera que atraviesa transversalmente su imágen para llegar a nuestros ojos, no sé en realidad cual es la causa, pero sé que el efecto es una luna gigante, de esas a las que parece que uno puede subirse desde cerro cuando ella comienza a trepar a la bóveda de estrellas. El atarceder parecía ayer estar en llamas. Ese naranja fuego que sólo se incendia en esta temporada. Los naranjas se barren a los rosas y los morados de menor intensidad. De día la luz naranja reina también, en una suerte de iluminación technicolor que se vierte sobre los cerros y las casitas.


Hacía cinco años que no me tocaba esta aqui en un cambio de estación. Estoy maravillada como si fuera la primera vez. Me dí cuenta! puse atención! no me lo perdí! Creo que estos son los pequeños detalles que hacen que Ensenada sea worth staying in. Es como el cherry pie de Twin Peaks. De un día otro el lanscape habla, parece cantar... la luna, el mar, el cielo dicen cosas, dichoso el que las escucha y más el que las comprende.


Y ora si disculpas por no compartir imagen, pero es que no se armó captarlas con cámara... espero haberlas descrito bien.

2 comentarios:

BTKS+PONCE+FUZOO dijo...

esta hermoso. dan ganas treparse a la luna....

New Pop Kitchen Show! dijo...

yo tenía un cuento ruso en el que un gato subía desde un cerro a la luna que se hacía grandota grandota de lo cerca que pasaba cuando apenas subía al firmamento.

sobrevolaba en gato todo el pueblo desde la luna... y al caer la luna de nuevo al horizonte el gato bajó a tierra bañado de polvo de luna que lo hacía relucir como una lámpara encendida.

Hay que ser muy observadores para dar con el día exacto en el que la luna pase lo cerca suficiente del cerro para treparla. Yo he visto por donde cae, es un poco retirado pero bien lo vale el paseo, si llevamos ropa abrigadora no pasaremos frío. Vamos.